¡Hasta aquí!

jueves, mayo 28, 2015

Digo basta, no doy más. Sin más preámbulo te lo digo aquí y ahora. Que no vivo en un presente y mucho menos me imagino un futuro. Mi mundo no gira más. Te he llorado, extrañado y velado. Te he buscado entre las sombras, en las risas de los niños, en los rizos de los desconocidos. He tratado de resucitarte de mis viejos recuerdos y en un intento de desesperación por retenerte me he extraviado. Me he perdido en la carretera del olvido, con entronque a mis memorias. En un pueblo llamado el pasado con tan solo un habitante, tu recuerdo. Un pueblo muerto, que el mismo sol ha olvidado. Iluminado por un leve rayo de luz que proviene de la luna. Brillo de los olvidados y desconsolados. Se ha convertido en mi vela estas últimas semanas. Pero esta noche el viento ha soplado fuerte y me ha dejado en la oscuridad de mis pensamientos. Sin encontrar salida quise permanecer en este hoyo en el que creí pertenecer. En una grieta, se escurre una pequeña luz perteneciente a la luna. Poseyendo el mismo tenue brillo que tus ojos tenían cuando reían. Recordé tu parecido con la luna. Taciturno y tranquilo, indiferente ante el brillo del día. Y tu vida resplandecía hasta que el sol se ponía. Quizás el abismo que nos separaba era causado por un simple atardecer. 
Recuerdo cuando me dijiste que mis ojos brillaban como el sol. Aquel día que creíste verlos dorados. Tal vez será que tu eres la plateada luna y yo el aperlado sol. En un principio ambos nos iluminábamos el camino cuando nuestras luces se debilitaban. Pero que tanto puede durar, uno dirigiéndose a la oscuridad. Nos sofocábamos, arrebatándonos lo que nos había enamorado uno del otro.
Cuando decidí que era hora de que dejaras de brillar para mí, me perdí. Deje de vivir por tratar de revivir el pasado. Perdiéndome en un mundo sin nombre. Te lloraba, intentando sentirte te sufría. Ironía era que hasta que llegaba la noche, cuando mí brillo se perdía, era que me reconocía. Te veía y me dolía.
Por más que yo haya estado en el pasado, el tiempo se ha movido. El ayer en el cual me ausente se había convertido en el mañana. En un mañana que creí que jamás llegaría. Que ni en mis sueños más locos creí que existiría. Una alegría creada de la vida en mi surgía. Las flores nacían y mi sonrisa volvía. 

Aun te recuerdo no lo niego, pero sabes no me dueles como antes. Todo ese dolor se ha convertido en admiración. Y el rencor se torno en todo ese amor que alguna vez vivió. Puedo seguir una vez más y caminar hacia al final de esta vereda donde el sol toca la tierra. Y ahora cuando la luz se ausenta y la luna se acrecienta. Te miro, te admiro desde lejos recordando que alguna vez brillo para mí.
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