Mis pies vuelan en tanto que mi mente aterriza en esta calle sin salida. Esquinas que despliegan el vuelo en mis alas entumidas. Mi piel es confidente de la alegrÃa creciente.
La risa ahoga a los mares en un charco justo en medio de la calle. Los rÃos son encarcelados en celdas oxidadas. Las sirenas nadan en estas aguas enclaustradas. Su aleteo despierta a la estéril banqueta, que está molesta de ser usada sin conciencia. El farol intenta dar consuelo, pero su luz solo opaca al suelo. El recuerdo de las antiguas glorias es convertido en sombras.
Sombras nacidas de un brillo artificial que se terminará por apagar.
Bailo hacia la brisa con cuidado de no irme hacia poniente donde el aire te convierte.