Con
frecuencia he escuchado que el tÃtulo de madre no cualquiera lo puede portar. No
basta con dar a luz, si quieres ser llamada madre lo tienes que ganar. A
diferencia de una licenciatura este tÃtulo no es cuestión de unos cuantos años
sino de una vida eterna.
Por
qué digo eterna y no entera… simple, la relación madre-hijo es tan fuerte, que
ni el espacio, ni el tiempo pueden separar. No importa que no estén más sobre
la tierra, siempre existirá un hijo y siempre existirá una madre.
Una
relación tan hermosa, que hasta el mismo Dios al hacerse hombre quiso tener.
No
sé cuántas mujeres hayan dado a luz, que no merezcan el tÃtulo de madre. Pero
sé que la mujer que me ha dado la vida, es la muestra viviente de lo que debe
ser una.
Vestida
de pureza y llena de bondad. Respetable como la montaña, cuando el mal clima
azota no se deja turbar. Cálida como el sol nos abraza con su alegrÃa.
PodrÃa
seguir comparando sus virtudes con una infinidad de maravillas, pero solo me
quedarÃa corta. Ya que esas son solo cosas terrenas, y aún no se han creado las
palabras para expresar algo que es fuera de este mundo.
Gracias
mamá, por darme un amor que cruza los lÃmites del cielo.